Hoy vamos con unas croquetas con cuyos ingredientes se pueden rellenar unos pimientos, unos crepes, hojaldres, canelones... en fin, que dan mucho juego.
ingredientes
50 gr de mantequilla
50 gr de harina
450 ml de leche
50 ml de caldo
40 gr de cebolla
1-2 dientes de ajo
150 gr de langostinos
200 gr de setas
elaboración
50 gr de harina
450 ml de leche
50 ml de caldo
40 gr de cebolla
1-2 dientes de ajo
150 gr de langostinos
200 gr de setas
elaboración
Con las cabezas y las cáscaras de los langostinos preparamos un poco de caldo concentrado para después añadirlo a la besamel. En una sartén con un poco de aceite salteamos los langostinos pelados y picados, una vez que se pongan sonrosaditos los retiramos.
En esa misma sartén ponemos a pochar la cebolla bien picadita, en cuanto esté tierna y empiece a tomar color la retiramos, echamos el ajo picado en la misma sartén y en cuanto comience a bailar añadimos las setas bien limpias y muy picaditas, lo cocinamos hasta que se evapore todo el agua que sueltan. Una vez sofrito, lo retiramos del fuego y reservamos.
Para la besamel, ponemos a fundir la mantequilla, sin que se caliente demasiado, le añadimos la cebolla que hemos pochado y la harina que rehogaremos durante unos minutos, para que pierda su sabor a crudo, pero sin dejar que tome color. A continuación vamos echando poco a poco la leche y el caldo calientes, sin dejar de remover, importante para que nos quede una besamel rica y sin grumos, así hasta terminar la leche y el caldo y lo cocinamos unos 15 minutos. Con cuidado de que no se nos pegue, añadimos las setas y los langostinos que tenemos en espera, lo mezclamos todo bien y dejamos cocinar todo otros 5 minutos más.
Ponemos esta masa a enfriar en una fuente, formando una capa de, por lo menos, un par de centímetros para después formar mejor las croquetas. Lo tapamos con papel transparente para que no se forme costra y dejamos enfriar bien en la nevera, mejor durante toda la noche, y una vez fría formamos las croquetas, que pasamos por harina, huevo batido y pan rallado y las freímos en aceite bien caliente, cuando estan doraditas las sacamos y dejamos escurrir en papel de cocina. Mejor comerlas recien hechas pero yo no digo que no una vez frías.
Admiten perfectamente la congelación, por lo que podemos hacer cantidad y así poder tenerlas siempre a mano. Para ello las congelamos encima de una superficie dura, que no se toquen, una vez congeladas se ponen todas en una bolsa, intentando sacar bien el aire.
En esa misma sartén ponemos a pochar la cebolla bien picadita, en cuanto esté tierna y empiece a tomar color la retiramos, echamos el ajo picado en la misma sartén y en cuanto comience a bailar añadimos las setas bien limpias y muy picaditas, lo cocinamos hasta que se evapore todo el agua que sueltan. Una vez sofrito, lo retiramos del fuego y reservamos.
Para la besamel, ponemos a fundir la mantequilla, sin que se caliente demasiado, le añadimos la cebolla que hemos pochado y la harina que rehogaremos durante unos minutos, para que pierda su sabor a crudo, pero sin dejar que tome color. A continuación vamos echando poco a poco la leche y el caldo calientes, sin dejar de remover, importante para que nos quede una besamel rica y sin grumos, así hasta terminar la leche y el caldo y lo cocinamos unos 15 minutos. Con cuidado de que no se nos pegue, añadimos las setas y los langostinos que tenemos en espera, lo mezclamos todo bien y dejamos cocinar todo otros 5 minutos más.
Ponemos esta masa a enfriar en una fuente, formando una capa de, por lo menos, un par de centímetros para después formar mejor las croquetas. Lo tapamos con papel transparente para que no se forme costra y dejamos enfriar bien en la nevera, mejor durante toda la noche, y una vez fría formamos las croquetas, que pasamos por harina, huevo batido y pan rallado y las freímos en aceite bien caliente, cuando estan doraditas las sacamos y dejamos escurrir en papel de cocina. Mejor comerlas recien hechas pero yo no digo que no una vez frías.
Admiten perfectamente la congelación, por lo que podemos hacer cantidad y así poder tenerlas siempre a mano. Para ello las congelamos encima de una superficie dura, que no se toquen, una vez congeladas se ponen todas en una bolsa, intentando sacar bien el aire.
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